Mujeres libres, sintiéndose dignas de ser madres, ciudadanas y orgullosas de que pudieron cortar el círculo de la delincuencia.
Trabajamos por la inclusión social de mujeres que están o han estado privadas de libertad a través de un programa integral, donde el trabajo metódico, la conexión afectiva y el trato digno es nuestro sello fundamental.
Estamos convencidos de que una mujer llega a infringir la ley por un proceso de socialización y que, del mismo modo, esta situación puede revertirse. Entendiendo esto como todas aquellas conductas, actitudes, creencias y pensamientos que se aprenden en el contacto con el entorno y que, por lo mismo, se pueden modificar.
Cuando una mujer está en la cárcel no solo ella es condenada, sino todo su entorno, principalmente sus hijos, quienes son nuestros usuarios indirectos y en quienes pensamos cada vez que proponemos a una mujer integrarse a nuestro programa y protagonizar un cambio de vida, siendo sujetos de su propio cambio.
Somos “Mujer Levántate”, institución fundada en Santiago de Chile en el año 2008 por la Hermana Nelly León Correa, religiosa perteneciente a la congregación del Buen Pastor, y el Padre Alfonso Baeza, quienes compartían la convicción de promover la dignidad de las mujeres privadas de libertad y restituirles sus derechos como personas.
Es así como ambos fundan una casa de acogida a pasos del Centro Penitenciario Femenino San Joaquín, transformándose en el año 2009 en la Fundación Mujer Levántate.
Su misión es contribuir a la reinserción social de mujeres privadas de libertad, a través de una intervención enmarcada dentro de la Justicia Social. La Fundación trabaja con ellas y sus familias durante su etapa en la cárcel, en el proceso de transición y en su integración a la comunidad.
Para ello, la institución promueve la dignidad que hay en toda mujer privada de libertad, resalta su derecho a tener una nueva oportunidad, procura acoger en sus distintos proyectos a las mujeres y colabora con la visibilización de la problemática femenina asociada al delito desde una mirada más amplia, integradora y de corresponsabilidad social, que impulse y aporte al debate respecto de políticas públicas penitenciarias con perspectiva de género.
Desde la fundación consideramos que la inserción social de las mujeres que han estado privadas de libertad es una responsabilidad social que debemos asumir entre todas y todos.
Se habla de inserción social porque el perfil de las mujeres con las que trabajamos da cuenta de una exclusión social primaria transversal, ya que la pobreza no es solo económica, sino también educativa, relacional, cultural, afectiva, donde no han sido reconocidas como sujetos plenos, sino en función de su rol de proveedoras (económicas y afectivas).